lunes, 26 de agosto de 2013

musica

Fin de semana de lujo. Feliz. Marian toco con una orquesta el sábado y el domingo. El sábado en una iglesia y fuimos con Iván. Entramos cuando estaban afinando. Me encanta escuchar afinar a una orquesta, escuchar como se ponen todos los instrumentos de acuerdo, se me pone la piel de gallina. Empezó la primer obra, Beethoven, e Iván se quedo duro, a upa mío, agarrándome las manos con sus manitas, levantando la cabeza para ver los arcos… escuchando… a mí se me caían las lágrimas, verlo en su primer concierto, disfrutando. Cuando empezó el concierto para violín de Mozart empezó a moverse, a mover la cabeza y después quiso bailar, después se disperso, empezó a hablar, quería jugar, así que salimos con mama para que juegue, suficiente concentración para un nene de dos años y medio estar veinte minutos quieto escuchando música clásica. Entramos en el descanso y lo vio al padre, después arremetió contra un violoncello, por suerte pude frenarlo antes de que le caiga encima. El domingo al mediodía ñoquis de mama y goulash de papa, fantástico para el frio terrible que hizo, a las doce del mediodía todavía había pedazos de hielo en los charcos. Comimos mucho, estaba muy rico y los ñoquis de mi mama tienen la particularidad de no caer pesados. A la noche lo dejamos a Iván con mis viejos y fui a ver el concierto. Me emociono cada vez. Escuchar una sinfonía de Beethoven, y que mi marido sea parte de esa belleza, de esa unión indescriptible que es una orquesta, es una mezcla de orgullo, de admiración. Fin de semana, feliz.

viernes, 23 de agosto de 2013

Puchero

Ayer volvió a hacer frio, mucho! Desde hace un par de días teníamos planeado hacer puchero, así que cuando llegue del trabajo fui con Iván a hacer las compras, hay un supermercado que a Iván le encanta, no sé porque, pero se para en el medio y baila, o se para al lado de unos globos y grita pe pe pe , no sé porque le dice pe a los globos, cuando entra va directo a la góndola donde está el dulce de leche, agarro el tarro más grande y me dice “mmmmmmmm dulce de leche”, después le agarran berrinches y se tira en le piso, de todo un poco, ya lo conocen todos y me miran con esa mezcla de ternura y pena con la que la gente mira a la madre de pibe caprichoso y berrinchero. Marian se iba así que quede encargada de cocinar (el puchero siempre lo hace el) Puse primero la carne, luego los chorizos, espume, luego coloque la panceta ahumada (livianito como verán) y lo deje, una hora después le saque la mayor cantidad de grasa posible, te das cuenta porque hierve el agua y un liquido se separa y no hierve (el punto de ebullición de las grasa es más alto que el agua, asumo, si es parecido al aceite) así que pude sacarlo con la cuchara. Mientras tanto las ventanas empezaban a empañarse, y empezó a sentirse ese olorcito a hogar que solo logran las comidas caseras. Por último agregue papas, batatas y choclo, y ahí lo deje, al mínimo, otra hora más. Ah obviamente le puse sal gruesa y agua al comenzar. Cuando llego Marian hacia un frio espantoso tenía las manos heladas, nos sentamos a comer el puchero, una caricia al alma, que rico por favor!!!! La carne de osobuco cuando se desarme me fascina, con un poco de mayonesa, y el tuétano sobre un pan con sal, mmmmm diría Iván. El comió ñoquis de zapallo, no había dormido siesta así que para las diez y cuarto estaba en la cama, hoy al mediodía seguro come puchero con su papa. Cuando era chica me encantaban los días de puchero, no sé , tenía esa cosa como de fiesta, además era divertido, el caracu, los choclos, además de ser rico tenía algo de momento para compartir, algo de jugar entre todos… en la definición de puchero debería decir: “amor y cuidado acompañado de carne y verdura hervida”

jueves, 22 de agosto de 2013

La verdad

Hace muchos años viví en una ciudad de esas de película, esas que bien pueden ser un set de filmación sin ningún retoque. La ciudad huele a cambios, a arte a intelectualidad y utopias, como todas las ciudades con universidades. En ese momento yo no estaba en mi mejor momento. Al mundo se le notaba la circunferencia, no sé cómo explicarlo pero se le notaba que era redondo, sobre todo en las plazas, notaba el movimiento, la rotación. Y esto produce mucho vértigo… Ese era el nivel de locura. Tenía alguien al lado, una pareja, que me duro pocos años y me dejo por largos años el pavor al compromiso. En esos momentos nadie se anima a decirte de frente que te estás equivocando. Pero hubo una persona, una de las mujeres de mi familia, que un día que estábamos solas, sentadas en la mesita redonda de la cocina, me miro y me pregunto: “Vos sabes que los sapos no se convierten en príncipes cuando los besas, no?” Sinceramente no se si me molesto, si me di enteramente cuenta en ese momento, pero si se que se me quedo pegada esa frase en algún lado y me ayudo a despegarme y de dejar de tratar de convertir a los hombres en algo que no eran. Lo fantástico de ese comentario, es que años después esa mujer me dijo que había hecho una gran elección de padre para mi hijo, y yo pude creerle sin dudas.

jueves, 8 de agosto de 2013

El moño

El otro día, en medio del desarmadero de cajas de la mudanza, mi nene apareció con un moño de cuello, soy tan ignorante para algunas cosas, como se llama? El moñito que va en el cuello de las camisas, en lugar de la corbata? Tendrá un nombre especifico? Bueno, de acá en adelante léase “el moño” Le dije a mi nene “tene cuidado! Ese moño es muy importante!” Saben por qué? Mi papa, además de vendedor, gasista, arreglatuti, artista, es mozo. Pero mozo de los de verdad, de los de antes. Cuando era un oficio ser mozo, cuando había que saber para hacerlo. De esos mozos que se saben cómo está preparado todo el menú, que te venden los platos , que te hacen sentir cómodos, que saben cuando hablar y cuando callarse, esos mozos que hacen que uno vuelva a un restaurant solo para ser bien atendido. Mi papa es de esos mozos, ya no ejerce, solo de vez en cuando y para dar una mano, obviamente en cada reunión familiar o de amigos, queda encargado de trinchar la carne, cortar las tortas, sacar la cuenta de la bebida, organizarnos, largar cerveza tirada… En todos esos años, el moño estaba ahí, en su cuello, orgulloso. Orgulloso de laburar los viernes y sábados a la noche después de hacerlo toda la semana, para levantar la que hoy es nuestra casa. De esa época pasaron muchos años, y el moño quedo en algún rincón del placard, pero protegido del moho y la humedad, siempre listo para una próxima ronda. Mi marido es músico, y la próxima ronda llego hace un par de años, para dos conciertos de la sinfónica provincial de Bahia Blanca, en la que Marian toco. Necesitaba un moño, y ahí estaba el, el moño, inquieto, ansioso, esperando ser elegido. Y fue elegido y llegaron las noches en el teatro municipal, y ahí estaba el moño, derecho, orgulloso, sintiendo el roce de la viola, tratando de no hacer ruido, tratando de disfrutarlo, quien hubiera dicho, después de tantos años en el placard, que iba a salir para ser dirigido por el director del Colon? Por eso disimuladamente se lo saque a mi nene, y volví a guardarlo en mi placard. Es muy importante ese moño para mi, tiene mucho de símbolo, mucho de esfuerzo, de lealtad, mucho de… si un simple moño pudo hacer tanto, y aun espera la próxima ronda, que nos queda a nosotros? Cuantas rondas tenemos por vivir? No es una de las cosas fantásticas de la vida, el nunca saber que hay a la vuelta de la esquina?

miércoles, 7 de agosto de 2013

Parar dos minutos y dar de nuevo

La semana pasado fui a un curso, dos días de 8 horas cada uno. La verdad es que trate de zafarme a último momento, estaba hasta las manos con el trabajo y se me había ido el entusiasmo, pero la verdad es que me alegro mucho de haber ido, estuvo muy bueno. Mas allá de lo que me cuesta quedarme sentada escuchando a los facilitadores, mi costumbre es estar del otro lado y me salgo de la vaina por hablar, ese ego enorme que grita escúchenme a mi escúchenme a mí, tengo un montón de cosas entretenidas que contar” me sirvió para parar. Con la casa venia a full, el embale hace que uno patine y eso estaba haciendo. No estoy bien de salud, pavadas, pero no logro estar al 100 %, tengo sueño todo el día, mil cosas que hacer y el tiempo que cada vez se queda más corto. Y el curso era sobre eso, sobre hábitos para personas efectivas. Al principio pensé que iba a hablar de personas exitosas, ese paradigma en el que debes ser perfecto a costa de todo, y enseguida note que bien estaba marcada la diferencia en el nombre del curso, decía personas altamente efectivas, no exitosas. Y tenía mucho enfoque en la vida privada, en lo familiar, que sinceramente es en donde más me importa no fallar en este momento, para estar bien en el trabajo hay tiempo, para recuperar a tus hijos se complica. Me sirvió escuchar las experiencias de otras personas, muy distintas a mí, con realidades de origen completamente distintas (de origen, mi realidad actual es bastante similar a su origen de clase media, hay que esperar ver pasar los años solamente para aburguesarse), pero con los mismos objetivos, los mismos problemas al encarar el día a día. Aunque la verdad me sentí mas identificada con la gente más grande, que quizás tenga 15 o 20 años más que yo, que con los más jóvenes. Los más jóvenes estaban más preocupados por la eficiencia en el trabajo, por el desarrollo de su profesión, los más grandes estaban más enfocados en la familia. Debe ser lógico, cuando aun no tenes hijos o familia, la profesión es el centro de todo, pero me pareció peligroso, tanto foco en algo puede no dejar ver lo otro que hay para vivir. En fin, lo loco es que aun no tuve tiempo de sentarme a poner en practico los 7 hábitos, ni siquiera de abrir el libro para encararlo, en realidad tenía un rato ahora y me ganaron las ganas de escribir, pero es irónico que uno no tenga tiempo de organizarse para tener más tiempo, verdad?