martes, 20 de noviembre de 2012

Mis tias

La vida me dio solo tíos varones. Tíos de sangre digo. Tías de verdad, con todas las letras, me dio dos. Una de ellas estuvo conmigo en cada momento de mi infancia, me hacia colas de caballos gigantes (y tirantes), trenzas cocidas, la escuchaba cantar Serrat a los gritos , siempre hubo un lugar en su casa para mi, siempre un plato de comida, siempre su voz en mi conciencia cuando estaba por meter la pata. Hacia unas empanadas de carne exquisitas, cuando era chiquita odiaba todas las empanadas de carne, excepto las de mi tía.  Nos volvimos a elegir a pesar de que la vida trato de endilgarme otra familia, yo me quede con la que había crecido, la que ayudo a mi mama a criarme, la que puso de si para que yo sea la persona que soy hoy.
Mi otra tía es... como quisiera ser yo algún día. Siempre la admire, esa inteligencia, ese desparpajo, esa seguridad hasta de estar insegura, ese amor eterno por los Beatles, esas palabras siempre justas, siempre  tan interesantes. Esa manera de querer amor que no tiene miedo de decirte te estás equivocando, que tiene el estomago para decirte de frente lo que no queres oir, que te quiere bien, como se debe.
Las tías, esa mezcla de mama y amiga, ese amor que traspasa las edades, las distancias, sean en km o en momentos vividos, ese saber que siempre va a estar ahí para escucharte, para tender una mano, para retarte, para quererte.

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