jueves, 19 de julio de 2012

Al borde del mar

Aquí sigo, al borde del mar. Hubo un par de días magníficos, con mucho sol, casi 20 grados, una locura, después de las heladas del fin de semana. El mar es un espejo, refleja los barcos que entran y salen del puerto, buques cargueros enormes, del otro lado del mundo, botes pequeños de algún osado que se mete entre los brazos de la ría a pescar. Los botecitos pesqueros naranjas no se ven de este lado del puerto, esta es la parte honda del dragado, solo se ven los colosos.
De vez en cuando la limpidez del aire se ve afectada por la granza, el polvillo que desprenden los cereales al pasar por las norias, y se arma una nube sobre las viejas torres de ladrillos que construyeron los ingleses hace mas de cien años. A veces no hay buques por un par de días y el espejo de agua se llena de gaviotas, patos, garzas y me han dicho, algún lobo de mar (yo no llegue verlo).
Desde la cubierta, en días como hoy, si observamos el agua un rato, se puede ver alguna aguaviva, yo llevo vistas dos, una grande como un plato y con redondeles blancos en la parte superior, otra mas pequeña y con cruces fucsias...

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