martes, 8 de enero de 2013

Piojos

Cuando era chica me llenaba de piojos... me había olvidado, y hoy en el almuerzo del trabajo salio el tema y me acorde... Hace casi treinta años tener piojos no era lo mismo que ahora, era sinónimo de pobreza, de dejadez, de suciedad. La escuela a la que iba, era una escuela de barrio, nadie era rico, pero tampoco muy pobre, y aparentemente frente a la posibilidad de una epidemia de piojos, pidieron que cuando alguien tuviera, no los enviara a la escuela hasta terminar el tratamiento y dieran aviso para que los otros padres revisaran a sus niños, etc. Mi mama, cuando dijeron esto, me reviso y me encontró piojos, por lo tanto me puso esos venenos que se usaban en esa época (había uno que se llamaba Hexa Defital, tenia olor a solvente) y dio aviso a la escuela, orgullosa de cumplir con su deber cívico y de enseñarme como se debía vivir en comunidad. El resultado, claro, fue que nadie mas aviso que tenia piojos, aparentemente, de una escuela con una matricula de aprox. 500 chicos solamente yo había contraído piojos y milagrosamente no había contagiado a nadie. Estábamos en tercer grado creo, y tuve que terminar el año con la vergüenza de ser la única con piojos, cuando al resto de mis compañeras les saltaban de oreja a oreja, pero sin dignarse a admitirlo. Seguí teniendo piojos durante años, luchando con el peine fino, hasta que se fueron al entrar en la técnica, eran todos varones, y es bien sabido que a los piojos no les gustan los hombres . Volvieron cuando empecé a dar clases a los veinte años, pero ahí la historia fue diferente. No le conté a nadie, compre tintura de mi color.. y listo.

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